domingo, 8 de junio de 2014

LAS CONSEQUÉNCIAS DE LAS DOGAS EN EL CEREBRO

Aprender un hábito que nos hace daño sólo para obtener una recompensa, convierte el aprendizaje en patológico y acaba arruinando el proyecto de vida del adicto y generando problemas a los que les rodean. Esto es lo que ocurre a los consumidores crónicos de drogas, alcohol, tabaco, o a quienes desarrollan comportamientos adictivos como el juego. El vicio se apropia de su circuito de recompensa y elabora un condicionamiento, llegando a afectar no sólo al funcionamiento, sino también a su estructura cerebral.
Al comparar un cerebro normal y uno adicto, en este caso a la cocaína, se observa cómo disminuye la actividad de diversas áreas del cerebro.
El riesgo y la aventura, la curiosidad por lo desconocido, generan un placer innato, mayor o menor según el temperamento de cada uno. Las situaciones que entrañan peligro, provocan un aumento de dopamina, neurotransmisor que procesa los estados de emoción positiva.
Ante una situación placentera las neuronas del núcleo accumbens (NAc) reciben dopamina, mientras la amígdala evalúa la recompensa prevista. Al mismo tiempo, la corteza prefrontal, que actúa en la toma de decisiones, procesa la información, compara opciones, y decide libremente la respuesta, actuando finalmente de una manera u otra.
En el NAC están las interneuronas, que descargan el neurotransmisor inhibidor GABA que controla y dosifica la liberación de dopamina. Normalmente las mismas neuronas que liberan la dopamina, la recapturan al interior. Y esto permite que nuestro cerebro mantenga un equilibrio, y no estemos ni eufóricos ni apáticos sin motivo.
Todas las drogas rompen el equilibrio de la dopamina, bien aumentando su concentración en el espacio de la sinapsis, o prolongando el tiempo que permanece antes de ser capturada.
-La cocaína por ejemplo, bloquea el recaptador de dopamina, lo que hace que ésta permanezca más tiempo en el espacio entre sinápsis, prolongando el efecto placentero.
-La anfetamina, otro psicoestimulante, además de impedir que la dopamina sea recapturada, aumenta la cantidad de la que se libera de nuevo, de forma que la concentración aumenta muy rápidamente.
- Por otro lado, la nicotina estimula directamente las neuronas productoras de dopamina.
-Los opiaceos, el cannabis, y la morfina, en cambio, impiden la liberación del inhibidor de dopamina, GABA.
-En el caso del consumo de éxtasis además se destruyen literalmente las neuronas, al romperse en trozos llamados cuerpos apoptoticos.

El consumo crónico de cocaína, alcohol u opiáceos disminuyen además los receptores de la dopamina, que permanecen en niveles bajos incluso después de un año de dejar el consumo. Por eso disminuyen paulatinamente los efectos placenteros de la droga, y se crea la necesidad de una mayor cantidad para conseguir el mismo efecto. Se explica así la compulsividad asociada al síndrome de la abstinencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario